divendres, d’octubre 24, 2008

REPORTAJE: FABRA, Aquí mando yo

Castellón es su feudo. Nadie escapa a su control. No acepta intromisiones externas, ni siquiera de su partido. Es el Gran Conseguidor: otorga pequeños y grandes favores. Exige fidelidad absoluta a su persona. Representa la figura clásica del cacique en pleno siglo XXI

LUIS GÓMEZ Y MARÍA FABRA 05/10/2008


Carlos Fabra toma el micrófono con gesto serio. La audiencia irrumpe en un murmullo de entusiasmo. Ha llegado el momento. Va a comenzar uno de esos actos en los que se muestra más auténtico. Viste traje y corbata sobre el improvisado escenario. Deja transcurrir unos segundos. Se hace el silencio a su alrededor. Se concentra. Da unos pasos muy breves. Inclina la cabeza ceremonioso. Las gafas oscuras, que forman parte indisoluble de su rostro desde la adolescencia para ocultar la pérdida de un ojo después de que su hermano le clavara de forma fortuita unas tijeras, ocultan su mirada. En ese instante emocional, ciertas cosas quedan aparcadas. Carlos Fabra es otro. No es el hombre todopoderoso en la ciudad, ni el político acosado por una causa judicial que dura cinco años en el juzgado de Nules, por donde han pasado ya ocho mujeres jueces, a pesar de lo cual sigue pendiente de justificar, entre otras cosas, qué ha pasado con cerca de seis millones de euros que Fabra ingresó entre los años 1999 y 2004.