Marina d'Or acoge muy pocos visitantes en invierno. Aún así un grupo de ellos se fotografía en uno de los conjuntos de 'trencadís' (mosaico cerámico) que jalonan la avenida principal - MIGUEL GARCÍA CASTROJOAN GARÍ - Castellón - 19/01/2008 18:08
Es sábado por la tarde, un plácido día de enero, y en los jardines de Marina d’Or algunos niños apuran los últimos rayos de sol bajo la atenta mirada de sus madres. El crepúsculo está a punto de extender una niebla rojiza —como de un fantasmagórico membrillo casero— sobre la lenta majestad del mar, y en todo el complejo no hay más de treinta o cuarenta personas pululando, como muertos vivientes, por las calles de la “Ciudad de Vacaciones”. http://www.publico.es/espana/actualidad/038944/sueno/marinador/urbanismo
Es sábado por la tarde, un plácido día de enero, y en los jardines de Marina d’Or algunos niños apuran los últimos rayos de sol bajo la atenta mirada de sus madres. El crepúsculo está a punto de extender una niebla rojiza —como de un fantasmagórico membrillo casero— sobre la lenta majestad del mar, y en todo el complejo no hay más de treinta o cuarenta personas pululando, como muertos vivientes, por las calles de la “Ciudad de Vacaciones”. http://www.publico.es/espana/actualidad/038944/sueno/marinador/urbanismo
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