dimecres, de novembre 16, 2011

Mònica Oltra a Cabanes





















Del blog de Campanya de Mònica Oltra: http://www.elpais.com/articulo/espana/Rebelion/democratista/elpepuesp/20111103elpepunac_19/Tes

Arena de playa

15 de noviembre. Hoy ha sido día de contrastes. La campaña me ha llevado a Orpesa y Cabanes. La estética del litoral frente a la estética del interior que tanto caracteriza nuestra tierra. La barbaridad que Marina d’Or ha supuesto para la costa. La barbaridad que no verá la luz –toco madera- de Mundo Ilusión y alrededores. Bocados en nuestro paisaje, heridas abiertas en la piel de nuestra madre tierra. Y en ambos lugares personas que siguen creyendo que la política puede ser una solución y no un problema más. Ojos que brillan imaginando un futuro mejor. O simplemente un futuro. Hemos paseado por la Vía Verde de Benicàssim a Orpesa. Hemos visto la torre Colomera como testimonio de un tiempo de contrabandos y otras pasiones furtivas. En verano la Vía Verde se llena de personas, en bicicleta, caminando, haciendo deporte. Personas de todas las edades que con cada paso reivindican que el paisaje es de todos: los que estamos y los que vendrán. Por eso, en parajes tan hermosos no debieran entrar las excavadoras a construir hoteles exclusivos para unos pocos. Porque la democracia también significa que no se privatice el paisaje, que no haya vistas al mar “reservado el derecho de admisión”. Hoy la mar amenazaba con enfadarse, aunque no mucho. Ante su fuerza incontestable en la escarpada costa de roca me he sentido en armonía. Es como una meditación al natural, que fluye sola. Cerrar los ojos, escuchar, esperar, respirar. Allí, ante la costa sin arena me ha venido a la mente una conversación que tuve con algunos líderes sindicales antes de las movilizaciones de hace un año, cuando me decían que había que explicar a los trabajadores y trabajadoras los derechos que iban a perder con la reforma laboral. Que era necesario conservar lo que teníamos. Hoy vuelvo a renovar mi compromiso con lo que les dije entonces. Creo firmemente que no se trata de trabajar para conservar lo que hay, porque para cada vez más gente no hay nada que conservar. Cada vez más gente tampoco tiene nada que perder. El miedo de la generación que levantó adoquines y no encontró arena de playa, no puede seguir atenazándonos. Creo que es hora de soñar con lo que podría haber bajo los adoquines. Creo que podemos levantarlos. Y creo que si no hay arena de playa, tendremos que llevarla allí nosotros.